
Bueno, a lo que iba, que me voy por las nubes. Estábamos en que efectivamente una rueda dijo que hasta aquí habíamos llegado. Muy iluso llamé al señor Lobo ( como en Reservoir Dog), pero ya me dijo que por eso ni se movía de la silla. Así que el torpedo se animó y me dijo: - ¡creo que puedo llegar al taller!.
Dicho y hecho. A una velocidad más parecida a la de los caracoles fuimos, poquito a poco, en busca de ayuda útil al hospital de coches.
Entramos los dos juntos, él cojo y yo casi más colorado que él de la mala leche que tenía.
A él le vieron la lesión rápidamente, pero ya sabéis que cuando entras ahí te ven eso y muchas cosas más.
Ruedas, pastillas de freno, aceite, filtros... ¡Un horror!
El sigue ingresado y yo casi del susto que me van a dar, que cada vez que lo pienso me da algo, pero bueno, la verdad es que ya tengo ganas de reencontrarme con el torpedo rojo, que eso sí, espero que salga mejor que la bala roja de Fernando Alonso.
Día 39. Año 0.
quién es el sr. lobo? jejeje... no te preocupes papa ya verás cómo sale de nuevo.
ResponderEliminarUN BESO