Llevo toda la tarde pensando en que escribir, porque como podréis entender, teclear todos los días, aunque sólo sean unas lineas, tiene lo suyo.

Lo mira con anhelo, deseo y placer. Se lo come sólo con la mirada, pues entre él y su tesoro únicamente lo separa un cristal. Una fina lámina de partículas de vidrio de no más de 4 milímetros de espesor, pero suficientes como para servir de tope.
Su cara se va transformando, como si cada vez que parpadease fuera comiendo un poco. Mueve la mandíbula arriba y abajo, y traga saliva. Para él esa saliva sabe a nata y chocolate.
Se toca los bolsillos para ver si puede obtener aquél manjar, pero es en vano.Pasa gente a su alrededor, y se le quedan observando, pero a él le da igual, sólo tiene ojos para ese pastel. Indiferente al mundo, sigue comiendo y comiendo, como si no tuviera fin.
Llega su padre y le despierta de su dulce sueño.
- ¡Maldito cristal! dice, según mueve sus piernas alejándose de él.
Día 45. Año 0.
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