miércoles, 11 de mayo de 2011
Don
En algunos momentos, por naturaleza, el ser humano se equivoca.
Es importante equivocarse, porque así se sabe que es lo que se ha hecho mal, y de esa forma poder rectificar.
De los errores se aprende, o por lo menos eso dicen. Cuando uno se confunde de dirección sabe que, o rectifica, o se va a chocar. Si al coche le echas diesel en vez de gasolina, y no lo corriges a tiempo puede que te quedes sin él. Y así infinidad de cosas con temas materiales.
Pero eso, al fin y al cabo son eso, materiales. El tema es cuando te equivocas con personas. Eso, suele ser más difícil, porque a todo el mundo nos cuesta pedir perdón. La verdad, no se por qué, a lo mejor es por el afán de querer llevar siempre la razón. Pero no es cierto, nadie es perfecto, y gracias que no lo somos, porque la gracia de la vida está en equivocarnos y saber rectificar.
De ahí el título que le he puesto a ésta entrada. Creo que saber pedir perdón, al igual que perdonar es un don que tenemos. Los animales, por ejemplo no lo tienen, ni las plantas, ni las cosas.
Así aprenden tanto el que lo pide como el que lo da y se puede sacar una lectura más amplia del motivo.
Con esta especie de sermón que parece que estoy dando no quiero decir que el perdón sea gratuito ni fácil, por eso es importante que se pida cuanto antes, para que sea lo más sincero.
Yo, por si acaso, pido perdón desde éste, mi cuaderno virtual.
Día 14. Año 0.
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Y yo también me apunto, pido perdón porque efectivamente siempre se aprende y enriquece. Aunque en algunas personas se convierte en una constante y eso tampoco es bueno.
ResponderEliminarME ENCANTA
UN BESO PAPÁ